Que lástima que no se cuiden los bienes de la sociedad. Las 5 hectáreas que conforman el predio de la estación ferroviaria o del Ferroclub -como lo llaman todos-, constituyen un parque propiedad del conjunto de los arequitenses. Son el espacio verde que late en el corazón del pueblo y lo identifica de otras localidades de la zona.
No es un potrero, ni una playa de camiones o de maniobras, ni predio ferroviario o del ferrocarril. Es un amplio espacio parquizado de uso social y esparcimiento, como una plaza, un punto de unión entre los dos grandes barrios de Arequito. Un paseo que para concebirlo, la gente del Ferroclub trabajó desde hace mas de 20 años para convertirlo en lo que es, siempre con el fundamental apoyo de los gobiernos comunales de turno. Antes de esto, el terreno estaba invadido por altos pastizales, mugre, galpones en desuso y otros donde se realizaban actividades de acopio de cereales, con el impacto ambiental que eso implicaba en el centro urbano.
El Estado comunal invirtió muchísimo dinero para mejorar la infraestructura y el paisaje de este parque. Y todavía queda mucho por hacer.
Es un lugar público, por cuya conservación velan la Comuna y el Ferroclub, por ser la institución que propuso la parquización y ocupa las antiguas instalaciones del ferrocarril, con un museo ferroviario, que impone la conservación de todo el cuadro.
Nada justifica haber destruido el piso y el césped en la forma que se lo hizo el día de Colectividades, que coincidió con una voluminosa lluvia caída. Una gran extensión del parque parece tierra arada, con surcos profundos abiertos por huellas de vehículos que impactan en lo paisajístico. ¿Si esto ocurría en las plazas San Martín o Casado, no era lo mismo?
El Ferroclub nunca se opuso a esta fiesta ni a la actividad de las escuelas o de las instituciones del pueblo. Por el contrario, siempre alentó el trabajo conjunto y propuso acciones mutuas. Siempre ofreció su infraestructura para el uso de entidades intermedias. Pero en todo momento se preocupa por un buen uso del predio, advirtiendo las consecuencias del maltrato o la utilización sin cuidados ni miramientos. Porque se trata de cuidar un espacio de todos.
Consideramos que el domingo había alternativas en el pueblo donde reubicar los espectáculos y también había opciones de acceder al galpón y carpa sin necesidad de ingresar al parque con vehículos, dado el estado del terreno ocasionado por la abundante lluvia que no cesó en toda la jornada. Era cuestión de hacer una evaluación integral de costos-beneficios, incluyendo todos los aspectos vinculados.
Somos conscientes
que hay situaciones que sobrepasan los controles previstos y que hay personas que actúan sin medir consecuencias. Por eso mismo, sabiendo de la buena intención por parte de los organizadores y de la influencia negativa de la condición del tiempo, opinamos que lo correcto hubiera sido optar por otro lugar de realización de los espectáculos.
Se destruyó el parque, habrá que alisar el terreno y esperar que crezca el césped. De igual modo ocurre a menudo con la rampa ferroviaria, que día a día la destruyen cargando y descargando vehículos y maquinarias en camiones, sin que las iniciativas del Ferroclub para conservar su estado hayan tenido efecto. Lo mismo sucede con las motos que atraviesan los senderos peatonales, que terminan destrozándolos, como fue el caso de la rotura de una puerta giratoria.
Para entender estas situaciones que al Ferroclub le duelen, y son producto de la desconsideración por el espacio público, invitamos a los vecinos que lo deseen a acercarse a la institución para trabajar como lo hacemos en afán de conservar el cuadro de la estación y el predio, que se comprometan con la causa y tengan vocación de servicio en beneficio de la comunidad.
Como alguna vez propuso el Ferroclub a la Comuna, se debería avanzar en delinear condiciones de utilización de este espacio que alienten el uso responsable.
